domingo, 29 de diciembre de 2013

Proyección psicologica


Lo que vemos en los demás nos dice mucho de nosotros mismos. El exterior actúa como un espejo para nuestra mente, en él vemos reflejadas diferentes cualidades o aspectos de nuestro propio ser. Cuando observamos algo que no nos gusta de alguien y sentimos desagrado y rechazo, sin duda esto indica que de alguna manera ese aspecto que nos desagrada existe en nuestro interior. Es nuestra inconsciencia, ayudada por la proyección psicológica, lo que nos hace pensar que el defecto sólo existe “ahí fuera”, en esa otra persona.
La proyección psicológica es un mecanismo de defensa mental mediante el cual una persona atribuye a otros, sentimientos, pensamientos o impulsos propios que niega o le resultan inaceptables para sí. Este mecanismo se pone en marcha en situaciones de conflicto emocional o cuando nos sentimos amenazados interna o externamente.
Cuando nuestra mente entiende que existe una amenaza para la propia salud y estabilidad mentales, ésta realiza un lanzamiento hacia el exterior de todas esas cualidades, atribuyéndoselas a un objeto o sujeto externo a nosotros mismos. De esta manera, nuestra mente logra aparentemente (aunque no en realidad, ya que más bien se trata de un autoengaño) poner estos contenidos amenazantes afuera. Estas proyeccciones son válidas tanto para características negativas (odio, rencor, tirria,…) como para positivas (admiración, idealización, cariño,…) . El mundo interno tiende a teñir el mundo externo con sus propias características. Este tipo de mecanismo psicológico tiene un papel especialmente interesante en el amor, cuando solemos atribuir a la persona amada determinadas características que sólo existen en nuestra personalidad.
A modo de ejemplo, se puede decir que cuando piensas en otra persona, te caiga bien o te caiga mal, experimentas una sensación interior sólo por el hecho de pensar en esa persona. Esto significa que estás experimentando un sentimiento incluso en su ausencia. Lo que importa en cualquier relación es lo que sucede en tu mente, pues es ahí donde existen las relaciones. Recuerda que una relación es algo que no existe físicamente. Se trata de algo creado por las mentes. La relaciones no existen, sino que existen las personas que se relacionan. Por todo esto, resulta muy poco útil trabajar sobre las relaciones en sí, y mucho más efectivo centrarse en la manera que uno tiene de relacionarse.
A menudo pensamos que “conocemos” a otras personas cuando en verdad lo que estamos haciendo es proyectar sobre ellas nuestra propia realidad. Incluso cuando estamos en presencia de dichas personas, la proyección nos parece más veraz, cuando simplemente lo que está pasando es que superponemos nuestra visión proyectada de la persona sobre su imagen física captada por nuestros sentidos.
Lo importante es DARSE CUENTA de que aquello que proyectamos en los demás es, verdaderamente algo que habla (más de lo que queremos admitir) sobre nosotros mismos. Observar dice más sobre el observador que sobre lo que se observa. Darnos cuenta de esto, ponerle consciencia a este mecanismo mental nos permite recuperar el control sobre lo que está sucediendo para poder hacernos cargo y trabajar aquellos aspectos de nosotros de los que no deseamos hacernos responsables, aspectos que no admitimos como propios y que están jugando en nuestra contra.
Gran parte del trabajo que se realiza en el desarrollo personal consiste en librarse de estas proyecciones estableciendo una FRONTERA DEFINIDA entre la descripción que hacemos de lo que sucede y lo que sucede realmente.
Y es que casi constantemente INTERPRETAMOS todo lo que está teniendo lugar y lo tomamos por cierto, creyéndolo y creando NUESTRA PROPIA interpretación de las cosas y viviendo de acuerdo a ella, DISTORSIONANDO de esta manera los hechos e involucrando a otras personas en nuestro ensueño, creando un conflicto que en realidad sólo existe en nuestro interior. La meditación ayuda a trazar esta frontera.
  • “Todo lo que te molesta de otros seres es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo.” BUDA.
  • “No vemos a los demás como son, sino como somos nosotros.” IMMANUEL KANT.
  • “Muy a menudo, lo que encontramos difícil en los demás es precisamente aquello que no hemos resuelto dentro de nosotros mismos. Si lo hubiéramos resuelto inicialmente, nunca se hubiese convertido en un problema crónico.” ROBERT DILTS.     (Fuente: habilidademocional.com)

sábado, 28 de diciembre de 2013

El poder de una caricia


Ningún otro sentido como el tacto nos pone en contacto tan directo con otro ser humano. De hecho, las personas somos tacto puro: la piel abarca todo nuestro cuerpo. Y la mano, sede principal de la función táctil, es una extremidad compleja que nos aparta definitivamente de los demás miembros del reino animal.


No es exagerado decir que el amplio idioma del tacto es uno de los factores que nos instala decisivamente en el universo de lo humano. Es conocido, y frecuentemente citado, el hecho de que un bebé no acariciado está en elevado riesgo de morir.

Recién terminada la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar un caso espontáneo que llamó la atención de los investigadores. Había dos orfelinatos estatales y se advirtió el hecho de que en uno de ellos los niños tenían mejor talla y peso que en el otro. La situación era extraña, dado que las dos instituciones pertenecían al mismo programa.

Cuando se profundizó en los hechos, pudo comprobarse que la diferencia venía dada por la persona que estaba a cargo en cada uno de ellos. Mientras que la Señora Grun acostumbraba a jugar y a acariciar a los niños que estaban bajo su cuidado, la Señora Schwarz mantenía una relación distante con los pequeños que crecían en su institución.

Por casualidad, las dos mujeres fueron trasladadas y cada una terminó dirigiendo el orfelinato que antes estaba a cargo de la otra. Entonces se corroboró lo que todos pensaban: los niños que antes presentaban un índice de crecimiento muy favorable comenzaron a perder peso y tamaño. Mientras tanto, los otros crecieron y engordaron.

La Universidad de Miami también publicó un estudio en el que aparecen conclusiones similares. Allí se observó que los niños prematuros detenían su desarrollo mientras estaban en las incubadoras. Por eso propusieron sacarlos de allí durante quince minutos, tres veces al día, para acariciarlos. El resultado fue extraordinario. En poco tiempo alcanzaron un grado de madurez normal y pudieron ser dados de alta una semana antes que otros niños a los que no se les acariciaba.

Las madres modernas en muchas ocasiones no tienen suficiente tiempo para compartir con sus bebés. Por eso hay un sector de investigadores que comienza a preguntarse si el crecimiento exponencial de la violencia en los jóvenes puede tener una relación directa con esa falta de contacto entre madre e hijo en las primeras etapas de la vida.

En el Reino Unido se hizo una investigación al respecto. El estudio estuvo dirigido por la doctora Penelope Leach, e indagaba por las diferentes formas de cuidado que reciben los niños menores de cinco años y sus efectos en el desarrollo.

Los expertos analizaron la saliva de los bebés que no recibían ninguna respuesta cuando estallaban en llanto. Detectaron entonces que había una elevada presencia de “cortisol” en el organismo de estos niños. El cortisol es una hormona que se produce por estrés.

Esta sustancia tiene un efecto altamente nocivo cuando actúa sobre un cerebro en formación. También altera la capacidad de respuesta del sistema inmunológico. Por eso se pudo concluir que estos niños eran más propensos a enfermar.

Así mismo pudo constatarse que el estrés no solamente se deriva de estímulos amenazantes, sino que también se produce debido a la carencia, o a la tensión que generan las necesidades afectivas insatisfechas. Esta frustración podría convertirse en la semilla de una agresividad latente o expresa.

La ciencia entonces corrobora algo que todos intuimos de una u otra manera. El contacto afectivo a través del tacto nos hace más fuertes y mejores. Esto no se aplica únicamente a los bebés, aunque sí a ellos preferencialmente. Pero a lo largo de toda nuestra vida sigue vigente la necesidad de caricias físicas. Tienen exactamente el mismo efecto que en los niños.
(Fuente: la mente es maravillosa)

martes, 17 de diciembre de 2013

Motivos para la alegria


La fiesta, la música, la chispa, el éxito
el acierto, el afecto,
el  prestigio, el entretenimiento,
las pequeñas comodidades,
un rato en buena compañía,
caer bien,
conocer gente,
tener amigos,
algún gesto de ternura,
un buen libro,
unas risas.....
.....todo esto, si
Pero hay más:
LA GRATITUD
               por tantas oportunidades,
los fracasos, que son escuela,
los errores, si nos hacen humildes,
la soledad, porque nunca es completa
las etapas malas, que siempre terminan,
las batallas internas, porque estamos vivios,
los grandes ideales
que dan sentido a las grandes entregas,
la fe, a las duras y a las maduras,
y tantas historias cotidianas
en las que se gesta lo eterno.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Establecer limites en la adolescencia


¿Qué pasa cuando tus hijos ya no son aquellos nenes que corrían a tus brazos o querían jugar contigo cada cinco minutos? Tarde o temprano llega el momento en el que crecen lo suficiente como para salir solo con sus amigos y no depender tanto de ti como antes.

Aunque sabes que es parte de la vida, es complicado adaptarse a esta serie de cambios. La adolescencia es una transición no solo para ellos, sino también para los padres. Con el propósito de hacer este paso menos abrumador, creo que es bueno practicar desde la infancia. Sobre todo cuando se trata de poner límites. Pero, ¿en qué consisten exactamente?

Desde una educación respetuosa y atenta a las necesidades y desarrollo de los hijos, los límites son las zonas de confort en nuestro hogar y fuera de él donde como familia ayudamos a nuestros hijos a aprender a convivir en sociedad empezando por su propia casa.

Un ejemplo es a la hora de dormir. Seguramente quieren jugar, ver la tele o hablar con los amigos más tiempo, pero si no duermen temprano pasarán el día siguiente cansados. Así, estableces que pase lo que pase la hora de dormir no puede cambiarse. Creas un hábito y de esa forma estarán dispuestos a cumplirlo con mayor facilidad.

Pero seguro que te preguntas cómo lograr esto con un adolescente. Estas sugerencias son las que a mí me han sido de gran utilidad:

- Determina la necesidad de los mismos. Esto dependerá de sus actividades y su carácter.
- Habla con ellos sobre los límites establecidos. Si están involucrados desde un inicio y colaboran en crearlos, será más fácil que quieran respetarlos.
- Establece límites congruentes y claros.
- Sé flexible con los límites y las consecuencias cuando haga falta. No siempre la rutina es la misma y pueden haber excepciones. 
- Explica a tus hijos las consecuencias naturales. Te daré un ejemplo. Por accidente o porque ya no le gustaba, rompe su móvil. Tú te esforzaste para comprarle el aparato en cuestión y ahora ya no funciona, ¿qué hacemos? Nada. Ya no tiene modo de comunicarse con sus amigos, ni de hacer fotos, usar las aplicaciones o estar conectado contigo como antes. Para hablar con sus amigos tendrá que buscar otro medio pues no podrá mandarles mensajes. De ese modo, ha aprendido a cuidar sus cosas. Pero si lo castigas, por ejemplo, sin televisión o computadora por meses y después de eso le compras un iPhone, dudo mucho que aprenda una lección útil. 
- Prepárate para que traspase los límites. Dado que aprenden sobre la marcha, no dudes en que van a equivocarse. Cuando eso ocurra, no dudes en orientarlos. Solo mantente atento para encontrar el momento adecuado.
- Recuerda que las buenas acciones o los avances deben ser agradecidos, halagados y puestos de manifiesto. No hablo de recompensas o premios. Más bien de decirles y motivarlos con palabras a continuar por ese camino .Siempre es bueno fomentar su autoestima desde niños y más en esta edad tan difícil, cuando sus hormonas les causan conflictos emocionales.

jueves, 12 de diciembre de 2013

La ciencia de la compasión

No te pierdas este interesante programa de Redes, sobre todo para los que pensamos que la meditación pude contribuir a crear personas mas felices y por tanto un mundo radicalmente mejor.
Según el biólogo y monje budista Matthieu Ricard, la felicidad no es una sucesión interminable de placeres que terminan por agotamiento, sino una forma de ser. Y si es así, ¿no deberían nuestros hijos aprender en el colegio a ser felices? ¿No es acaso lo que desea cualquier madre o padre de hoy en día? Para permitir aflorar la compasión y la naturaleza buena que todo ser humano lleva dentro, la ciencia está descubriendo los beneficios de la meditación. Aprender a meditar puede ayudarnos a convivir con una mente más clara y más hábil a la hora de lidiar con las emociones negativas y fomentar las emociones positivas.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cuento: El barquero inculto


Un cuento de la india muy antiguo que nos puede hacer pensar

Había un joven con gran conocimiento en muchas materias y por esta razón creció engreído y despectivo con las personas que le rodeaban y que creía que no estaban a su nivel.
En una ocasión tuvo la necesidad de cruzar un caudaloso río y se acercó a un barquero para que le ayudara a cruzar, el barquero partió una vez que el joven estuvo acomodado y remo diligentemente hacia la otra orilla.
En un momento sobre ellos paso una bandada de aves y el joven erudito pregunto al barquero:
- Amigo dígame, ¿ha estudiado usted la vida de las aves?
- No señor – repuso el barquero
- Entonces creo señor barquero que ha perdido usted la cuarta parte de su vida.
El viaje siguió tranquilo por una zona donde plantas exóticas crecían en la superficie del río, entonces el joven burlonamente se dirigió hacia el barquero:
- Dígame amigo barquero, ¿ha estudiado usted botánica?
- No señor – respondió el barquero – no se absolutamente nada de las plantas.
- Pues me equivoque con mi aseveración anterior pues creo que usted ha perdido la mitad de su vida – le dijo petulantemente el joven
Sin embargo el barquero seguía tranquilamente remando mientras el sol de mediodía brillaba sobre las aguas del río.
- Veo barquero que por tu aspecto llevas muchos años deslizándote por estas aguas, pero dime ¿sabes algo de la naturaleza de estas aguas? ¿su historia?
- No señor – respondió el barquero – nada sé al respecto, ni de estas aguas ni de otras que cruce anteriormente.
- ¡Qué pena hombre! – exclamo el joven erudito - de verdad con mucha pena tengo que decirte que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.
De pronto y para sorpresa de los dos navegantes la barca comenzó a hacer agua y los pies se mojaron rápidamente, por mucho que intentaron desaguar con los recipientes que llevaban vieron que era imposible vaciar el bote y la barca poco a poco comenzó a hundirse.
El barquero entonces miro al joven y le pregunto:
- Señor ¿sabes nadar?
- No – repuso asustado el joven mirando cómo se hundía su embarcación.
- Pues me temo señor que hoy has perdido toda tu vida.

“No es a través del intelecto como se alcanza el Ser, el pensamiento no puede comprender al pensador y el conocimiento erudito no tiene nada que ver con la sabiduría”.

lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Quien controla tu vida?



¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías construir toda una lista de culpables.

Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. 
Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.

Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencida de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta.
Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa venir a buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta?....

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.

Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda.
Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:

"Necesito que Pedro me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo pero si no lo hace... siento que me muero".
Me quedé atónita. ¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien decida nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas.
No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante romántica, sino porque realmente ninguna otra persona tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por nosotros.
Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad.
No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.

La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella...ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.

"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas: la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino" VIKTOR FRANKL

domingo, 8 de diciembre de 2013

Toma las riendas de tu vida



Se obediente, estudia, trabaja, cásate, ten hijos, hipotécate, mira la tele, consume...... adorna tu casa en Navidad. Y sobre todo: NUNCA cuestiones lo que te han dicho que tienes que hacer.
La sociedad y la tradición, ejercen desde el día que nacemos, una poderosa influencia sobre nosotros. Se nos adoctrina, para obedecer pautas y directrices predeterminadas por la mayoría y para rechazar sistemáticamente ideas nuevas.
Nos desanima formar parte de una cadena de vida prefabricada, pero asociamos con la frustración y fracaso cualquier tentativa de cambio. Detenernos a pensar para cambiar nuestra mentalidad, tomar las riendas de nuestra existencia, nos enfrenta contra nuestro miedo a la libertad.

Gozamos de mecanismos que garantizan la parálisis psicológica de la sociedad

El miedo: Cuanto más temor e inseguridad tengamos, más necesitaremos que nos protejan (el Estado, las instituciones, se convertirán en nuestros aliados) 

El autoengaño: Nos mentimos, para no tener que enfrentarnos a los temores e inseguridades inherentes a cualquier proceso de cambio. Para lograrlo bastará con mirar hacia otro lado, emplear infinitas formas de entretenimiento para evadirnos las 24 horas del día de nosotros mismos, conseguirá que vivamos narcotizados.

La resignación: Agotados física y mentalmente, decidimos conformarnos, sentenciando que "la vida que llevamos es la única posible". Asumiendo ser víctimas de nuestras circunstancias, utilizamos la arrogancia y el cinismo contra las personas que piensan distinto, para defendernos en caso de sentirnos cuestionados. Y nos rellenamos de escepticismo para justificar una vida de segunda mano. 
Por último, el mecanismo de defensa más cruel

La pereza: Lo que significa "tristeza de ánimo de quién no hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría realizar".

"Formamos parte de una sociedad tan enferma que a los que quieren sanar se les llama raros y a los sanos se les tacha de locos" (Jiddu Krishnamurti)

Nadie dijo que fuera fácil, pero para empezar a cambiar sólo hay que dar un primer paso.


viernes, 6 de diciembre de 2013

Honesto con mis virtudes


Tenemos el hábito, bueno o malo según se utilice, de fijarnos en aquello que no se nos da bien hacer. Si lo utilizamos en positivo nos esforzamos por mejorar pero muchas, muchas veces lo hacemos para autocastigarnos.

Igual de importante es esforzarnos por mejorar que saber reconocer lo que se nos da bien hacer, habito que tampoco solemos tener.

Cuando vemos a alguien alardear de lo que se le da bien hacer o de sus triunfos y logros sentimos rechazo. Pero en ese alarde,, muchas veces, la intención es ponerse por encima de los demás y de ahí nuestro rechazo. En cambio reconocer tus virtudes y poder compartirlas deja clara tu honestidad y la seguridad en ti mismo.

Cuando te crees merecedor de tus virtudes dejas de estar a expensas de las opiniones de los demás y estás en disposición de potenciarlas y enfocarlas para conseguir tus logros con el mínimo esfuerzo y desgaste.

Aunque reconforta, motiva y anima que los demás te reconozcan tus virtudes, tanto el presumir de ellas como la falsa modestia te impedirán ser humilde, el no creer en ello no te hará sentir digno de ellas y ambas cosas son necesarias para poder compartir y que compartan contigo en un intercambio que te hará crecer.

“Presumir de lo que sabes hacer aleja al que te admira por tu virtud”.

“La falsa modestia no te hace digno de tus virtudes”.